jueves, 3 de junio de 2010

MM

Me gusta que seas la primera que aparece en mi mente cuando llueven noticias interesantes.
Marco cada tecla del teléfono con cuidado de no equivocarme y que otra voz distinta a la tuya responda al otro lado.
Han pasado muchos años, muchos días 26 y muchos recuerdos que me encanta recordar contigo tirada en un sofá, con comida a mano para llenar nuestros estómagos vacíos. Siempre todo nos hace ilusión y me gusta la forma en la que la sinceridad nos planta cara sin hacernos daño. Tu pelo con diferentes colores a lo largo del tiempo, cortes, adornos en tu pequeño cuello, un cordón, una pulsera, tus abrazos, tu sonrisa, tu risa, nuestros secretos, mi secreto... Eres un baúl cargado de tesoros. Eres mi cofre secreto. Mi tesoro preciado que se mantiene día a día. Mi cómplice. Y todo nos une, sobre todo esa complicidad que solo las verdaderas amigas entienden.

domingo, 30 de mayo de 2010

ocho

Se subió al coche, vacía. Llena de lágrimas que luchaban por acumularse en sus cansadas pupilas. Mientras, le observaba alejarse cabizbajo, derrotado tras una noche en vela y una mañana ahogada en el sofá estampado, mirando al vacío, intentando no caerse.

Se había despedido con un adiós. Un adiós poco corriente con el que nunca dejó claro cuales serían sus destinos, cuándo sería la próxima vez que volverían a encontrase, que sus miradas se cruzaran encendiendo esa llama especial y sus cálidas manos se entrelazaran al compás. Todo quedó en duda.
No supieron si volverían a rozarse desnudos de madrugada, depositando toda la confianza el uno en el otro. Dejando al descubierto cada defecto, cada fallo que al mostrarse se volvía virtud. Ella estaba segura. Habían sido los días más intensos de su no larga vida. Días de sonrisas y lágrimas, cargados de emociones inexploradas que solo ellos conseguían entender. Pero aquél día todo había cambiado, aunque alomejor no para siempre.

El aire fresco acariciaba sus pies vestidos con sandalias negras de charlo. Tenía las piernas cruzadas y saboreaba los restos de café mientras esperaba el próximo tren. El bar estaba ahora más vacío pero el bullicio no había cesado. A pesar de todo el ruido escuchaba el latir fuerte de su corazón, que lo buscaba en vano. Una carrera con su mente, con sus sentimientos que ahora habían hecho del chico raro, el protagonista de sus fantasías. Fantasías que se hicieron realidad un caluroso mes de Agosto. Más aún cuando hacían el amor... cuando los dos cuerpos juntos parecían uno solo.